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El Alcoholismo o también conocido como dependencia alcohólica, más que una enfermedad crónica es una condición mental, en la que la salud de la misma se ve afectada por un vicio, que se caracteriza por un consumo en exceso del alcohol durante un tiempo prolongado, lo que a su vez, causa una dependencia del mismo.
A esta condición se le considera un gran problema que atenta a la salud del individuo, pues, aumenta el riesgo de padecer de enfermedades que lo pueden llevar a la muerte, como lo son aquellas que se llevan en el hígado u otras como depresión, cáncer, accidentes por encontrarse en condiciones no aptas psicológica y mentalmente para realizar algunas actividades, entre otras.
Lo más grave de ésta situación es que la gran mayoría de los alcohólicos no reconocen que tienen un problema, y por este motivo se niegan a pedir ayuda o a recibirla. Generalmente cuando el individuo busca ayuda, es por otros motivos a nivel físico o psicológico que han sido provocados por la adicción y que éstos resultan evidentes.
La dependencia del alcohol produce lesiones a nivel neurológico, específicamente a nivel del cuerpo calloso, protuberancia y en el sistema límbico. Éstas lesiones explican los problemas de memoria y las reacciones emocionales intensas. Asimismo, disminuyen la cantidad de conexiones neuronales entre el hipocampo y el cerebelo, lo que explica la incapacidad de coordinación motora.
El Alcoholismo puede catalogarse como leve, moderado o grave. Esto dependerá de la cantidad de síntomas que se presenten.
El Alcoholismo puede incluir varios periodos de intoxicación por el alcohol, el cual se genera a medida que se va incrementando la cantidad de etanol presente en la sangre.
Al tener una mayor concentración de alcohol en el torrente sanguíneo, existe un mayor deterioro del organismo entero, causando cambios en la conducta y problemas mentales, induciendo a comportamientos inadecuados, ataques de ira, ánimos inestables, dificultad para prestar atención o hablar, pérdida de la memoria y pésima coordinación corporal. Niveles muy altos de alcohol en sangre podrían causar un coma e inclusive provocar la muerte.
Según Jellinek existen varios tipos de Alcoholismo, éste autor clasifica a los alcohólicos en varios grupos, con la finalidad de indicar el problema terapéutico y social de cada uno.
Las primeras manifestaciones que se pueden evidenciar como criterio diagnóstico son las respuestas físicas que aparecen en la persona durante la abstinencia, éstas son:
Otros síntomas para el criterio diagnóstico que pueden presentarse son:
Además de tomar todos éstos factores en cuenta, se debe realizar una valoración psicológica, ésta en conjunto del diagnóstico médico permite evaluar el grado y patrón de consumo que tiene la persona, así como su uso, dependencia o abuso. Ésto se realiza por medio de un interrogatorio relacionados con los hábitos con el alcohol.
También se realizan exámenes físicos para detectar algún daño a nivel físico o enfermedades que hayan podido desarrollar a causa del uso excesivo del alcohol.
Por medio de los análisis de algunos indicadores en sangre el médico puede saber si existe un consumo excesivo, constante y habitual del alcohol. Se toman en cuenta los estudios:
La medición de etanol en la sangre no arroja muchos resultados, pues, ésta sólo aparecerá en el momento en que la persona se encuentre ingiriendo el alcohol, por lo tanto puede ser detectada tanto en intoxicaciones agudas como en consumos esporádicos.
Factores psicológicos, ambientales, sociales e inclusive genéticos pueden influir en la forma en la que el alcohol afecta el organismo de la persona y en su conducta. Existen diversas teorías que suponen que dependiendo de la persona, algunas podrían tener un impacto diferente ante la ingesta de alcohol con respecto a otras, esto quiere decir que en una persona la bebida alcohólica podría tener un impacto más fuerte que desencadene trastornos relacionados con el consumo del alcohol.
El Alcoholismo no es una enfermedad hereditaria. Si bien, lo único heredable es la capacidad que tiene la persona de responder a la ingesta de alcohol, es decir, si le afecta leve o fuertemente, pero en sí, la enfermedad no es congénita.
El Alcoholismo no es una enfermedad contagiosa.
El Alcoholismo se ha asociado como una enfermedad de tipo mental, la cual al estar presente podría desencadenar en la persona diversos problemas a nivel psiquiátrico, como lo son los problemas de ira y los cambios en la personalidad de la persona al ingerir el alcohol o al tener los síntomas de abstinencia.
Recuerda que para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad debes acudir a tu médico, esta guía no sustituye el diagnóstico médico profesional
Para tratar el Alcoholismo se requiere de múltiples intervenciones de diversos especialistas que atiendan tanto los aspectos físicos como mentales de la dependencia, así como también las enfermedades causadas por el alcohol.
Por lo que el tratamiento consiste en:
Se puede evidenciar entonces que más que un tratamiento farmacológico, el mismo consiste en una terapia psicológica para lograr vencer al vicio y ser más fuerte que los deseos por el consumo de alcohol.
Cabe destacar que es muy difícil que una persona reconozca su problema, es por ello que primero que nadie, ésta debe estar consciente de lo que le sucede, de lo contrario será muy complicado que la persona pueda salir de este vicio.
Al darse cuenta la persona de su enfermedad, el tratamiento se torna más sencillo, y su mejoría se evidencia rápidamente, y es mucho menos probable que el sujeto vuelva a caer en un estado de Alcoholismo.
En algunos casos es posible que se le indique a la persona algunos medicamentos para ayudar a desintoxicar el cuerpo o a rechazar el alcohol. Alguno de los fármacos recetados son:
El Alcoholismo no se da en la población infantil de forma común. Es probable que en la juventud múltiples adolescentes lleguen a caer en síndromes alcohólicos, que por lo general entran en este mundo a causa de otros compañeros o por problemas psicológicos que hacen que el adolescente busque una forma de salir mentalmente de sus problemas, lo que hace que se refugie en el alcohol.
Por éste motivo es recomendable estar siempre pendiente de las conductas que puedan tener los niños y sobre todo adolescentes, ya que en esta etapa algunos tienden a desarrollar una mala autoestima, que los puede llevar a malas conductas como el Alcoholismo.
Una gran cantidad de estudios e investigaciones han demostrado que el consumo de alcohol es altamente peligroso durante el embarazo. Por ende, si la futura madre padece de un problema de Alcoholismo, es muy posible que su hijo pueda nacer con problemas como:
Así mismo, durante el periodo de lactancia se presentan muchos peligros que hacen que el bebé se desarrolle de una forma anormal, ésto sin contar la condición no apta en la que se encuentra la madre para amamantar al niño.
Por éstos motivos es recomendable que la mujer logre controlar el Alcoholismo antes de salir embaraza o amamantar.
La prevención del Alcoholismo se comienza desde incluso antes de la adolescencia, se recomienda entonces que no se beba nada de alcohol antes de llegar a la edad legal o adulta. Es vital que la actitud de la familia fomente a la persona a mantenerse alejada de los hábitos alcohólicos, para que así haya menos incidencia.
Se recomienda fomentar a la persona a buenos hábitos sociales, a que se sienta bien con su autoestima para así eliminar los factores de riesgo que inducen a que el adolescente o adulto caiga en el vicio del alcohol.
Se recomienda a las personas que no padecen de ésta enfermedad que no ingieran más de 60 gr de alcohol al día en caso de hombres y en mujeres más de 40 gr, pues, niveles superiores conducen a daños a nivel visceral, por lo que se recomienda mantenerse bajo los límites seguros. Una cerveza o una copa de vino equivalen a 10 gr de etanol.
En personas con Alcoholismo, se recomienda no beber absolutamente nada de alcohol para evitar recaer en la enfermedad. Además, el poseer una dieta saludable ayuda al organismo a reparar o llevar de una manera menos forzosa los daños ocasionados por el exceso de alcohol.